18 septiembre 2023
por Madrid Nuevo Norte
La movilidad urbana y su evolución ha tenido un impacto fundamental en el desarrollo de las ciudades, desde la Edad Antigua hasta la actualidad. Es una de las conclusiones del artículo que publica el urbanista estadounidense Jonathan English en el marco de Bloomberg City Lab, un espacio de encuentro para la reflexión sobre el futuro de las ciudades. El artículo destaca que, desde la Antigüedad, los avances tecnológicos y los nuevos modos de transporte han moldeado la forma en que las personas se desplazan dentro y alrededor de las ciudades, y también ha cambiado el tamaño y la morfología de las áreas urbanas. Áreas urbanas que históricamente han crecido en paralelo de la movilidad urbana, conforme los ciudadanos pasaron de moverse mayoritariamente a pie y a caballo, en tren suburbano, en bicicleta y tranvía, en metro y, finalmente, en automóvil. Según el autor, este medio ha acabado por hacer insostenible el crecimiento exponencial de las zonas habitadas y es el momento de repensar el modelo que queremos para el futuro.
Cada una de estas era de movilidad urbana provocaron cambios en el diseño de las ciudades, los patrones de vivienda y la relación entre los centros urbanos y el extrarradio.
Según el autor, las tecnologías han dado forma a las ciudades en las que habitamos hoy en día, basándose en una premisa: a lo largo de la historia, las personas siempre han estado dispuestas a desplazarse diariamente alrededor de 30 minutos para llegar a su destino, especialmente de casa al trabajo y viceversa, un fenómeno estudiado en 1994 por el físico italiano Cesare Marchetti, que se ha dado en llamar la “Constante de Marchetti”.
Estas son las claves de la evolución conjunta de transporte y crecimiento urbano a lo largo de la historia:
Desde tiempos antiguos a la Revolución Industrial, caminar era el principal medio de transporte. El radio de desarrollo desde el centro de la ciudad se limitaba a aproximadamente una milla (1,6 km), aproximadamente 30 minutos a pie, una constante que se mantuvo desde la Roma Imperial hasta el París o el Londres del siglo XVIII. En consecuencia, las ciudades no crecieron significativamente más allá de un diámetro de dos millas durante este período, lo que llevó a una mayor densificación de las ciudades.
La introducción de los ferrocarriles públicos impulsados por vapor revolucionó el transporte en el siglo XIX. Los trenes de vapor permitieron viajes de larga distancia más rápidos, pero su frecuencia limitada y alto coste restringieron el acceso, limitándolo a los más pudientes. Surgieron entonces prósperos suburbios ferroviarios alrededor de las estaciones de tren, atendiendo a la clase media y alta, como fue el caso de la zona de Main Line, en Filadelfia.
La invención de las bicicletas y los tranvías eléctricos proporcionó nuevos medios de transporte para las masas urbanas. La bicicleta ofrecía mayor velocidad y movilidad dentro de las ciudades, mientras que el tranvía eléctrico ampliaba el área accesible para los habitantes de la ciudad. En consecuencia, se desarrollaron suburbios accesibles por tranvía, de viviendas unifamiliares y adosadas, ampliando el alcance de la clase media. No obstante, por aquella época las ciudades europeas mantuvieron un diseño más compacto que sus equivalentes norteamericanos, debido a una adopción más lenta del tranvía.
Londres, enfrentándose a la superpoblación, fue pionera el concepto del sistema de metro subterráneo. Tras la introducción de trenes de vapor, se adoptaron los trenes eléctricos, creando el icónico Metro de Londres. En Estados Unidos, por su parte se construyeron numerosas redes de trenes elevados sobre las calles de las ciudades, permitiendo el desarrollo de nuevas áreas y la expansión urbana. Tanto los trenes elevados como los metros permitieron por primera vez a las clases populares vivir más lejos de los centros de las ciudades, manteniendo tiempos de desplazamiento razonables.
La llegada de automóviles asequibles y la construcción de autopistas transformaron la movilidad urbana. Los automóviles, inicialmente considerados un lujo, se hicieron más accesibles con la producción masiva de modelos como el Ford Model T. La idea de dispersar la población en extrarradios orientados al automóvil ganó popularidad, dando lugar a la expansión de áreas suburbanas y a la aparición de la expansión urbana descontrolada. Este fenómeno, originado en Estados Unidos, acabó trasladándose también a las ciudades europeas. Las autopistas permitían cada vez más los desplazamientos a larga distancia y la vivienda asequible se extendió a áreas antes no desarrolladas.
En su artículo, Jonathan English concluye este análisis con una visión a futuro. ¿Es deseable continuar con esta tendencia indefinida de crecimiento? Autopistas congestionadas, atascos y tiempos de desplazamiento cada vez mayores y un coste ambiental insostenible son algunas de las principales consecuencias de la adopción masiva de ese modelo. Aunque el teletrabajo o la ampliación masiva de las redes de transporte público para que abarquen todo el territorio pudieran presentarse como soluciones, el autor argumenta que no están exentas de problemas, como la falta de socialización y las reticencias empresariales del primero o el coste de mantenimiento del segundo. Frente a esto, el autor, expone que “la mejor opción es densificar nuestras ciudades”.
Madrid Nuevo Norte, orientado al transporte sostenible
Las ideas del artículo están en plena sintonía con Madrid Nuevo Norte, el primer gran desarrollo urbano en España que se diseña tomando como base el transporte público. Un concepto denominado TOD, por sus siglas en inglés de Transport Oriented Development. Por su concepción, el gran proyecto de transformación urbana de Madrid evita la expansión de la ciudad, apostando por un entorno urbano denso y compacto, donde hoy hay terrenos degradados y en desuso. Su diseño combina el concepto de la “ciudad de los 15 minutos” para los desplazamientos cotidianos (lo que reduce a la mitad la antes citada “constante de Marchetti”), con la “región de los 45 minutos”, gracias a una nueva red de transporte público con centro en la estación de Chamartín – Clara Campoamor. Esta estación, que se renovará totalmente, va a convertirse en un hub de movilidad de primer orden y en el principal centro de alta velocidad ferroviaria del país y, al mismo tiempo, va a cubrir las escalas local y regional.